La carcoma se alimenta de la madera, creando galerías y túneles en el interior, debilitando la estructura de las piezas. El daño que las larvas producen en el interior de la madera es imperceptible, por lo que muy a menudo las infestaciones no se detectan hasta que ya ha provocado graves daños.
La principal evidencia de una infestación es la presencia de pilas de polvo fino encima o debajo de la madera. Este polvo lo genera la propia carcoma, mientas se alimenta de la albura, la parte joven de la madera, correspondiente a los últimos anillos de crecimiento del árbol.
Por eso, la carcoma se detecta cuando la larva ya ha terminado su desarrollo de crecimiento y se ha convertido en escarabajo. Es entonces cuando se empieza a detectar su existencia en muebles u otros elementos de madera: los agujeros. Cuando la carcoma se convierte en escarabajo debe salir al exterior para aparearse, lo que consigue realizando un agujero en la madera.
Para entonces, la infestación en la madera puede llevar elaborándose ya meses o años. Con cada nueva generación de carcoma la infestación será mayor, por lo que el riesgo de que el estado de la madera haya empeorado será proporcional.
Por eso, es muy importante realizar un tratamiento de control y prevención por técnicos cualificados y expertos.